Desde que estaba en la barriga de su madre, María siente el flamenco
como algo propio que la vida le ha insertado en sus venas, algo innato
para ella.
Desde niña escuchaba en su casa los ecos de los más importantes
artistas jerezanos de todas las épocas que pasaban las noches en vela
compartiendo vivencias con su padre Fernando. Ella ha ido acumulando, en
su cabeza y en su retina, esos huracanes de sabiduría que le llegaban
cada noche, y ahora ha llegado el momento de darles una forma propia,
sin olvidarse de todo lo que le precede.
Desde pequeña, participa en multitud de zambombas flamencas de la
mano de su familia, en las que sin darse cuenta se convierte en
protagonista absoluta de cada actuación. A los nueve años llega un
momento importante en su vida, ya que es reclamada por su propio padre,
el gran Fernando Terremoto, para subir a las tablas de la peña flamenca
que lleva su nombre. Ese día se produce uno de los momentos que será
recordado para siempre por todos los que allí estuvieron, ya que sin
pretenderlo, Fernando pasaba el testigo artístico a su hija María en lo
que sería su despedida definitiva de los escenarios.
A mediados de 2014, con apenas catorce años, comienza a realizar
apariciones esporádicas en las peñas jerezanas, dejando en todas ellas
un gran sabor de boca entre los aficionados. Poco a poco sus apariciones
son más frecuentes, y comienza a salir de las fronteras jerezanas para
llevar su cante a otros puntos de la escena jonda.
En 2015 es reclamada por el joven bailaor El Carpeta, de la familia
de los Farrucos, para acompañarlo en sus espectáculos, en los que ya
comienza a destacar como figura solista dentro del grupo de cantaores.
Su gran oportunidad le llega en febrero de 2016, durante el
prestigioso Festival de Jerez. María realiza un recital flamenco en el
Palacio de Villavicencio que deja boquiabiertos a propios y extraños, y
que genera unas críticas en prensa sin precedentes para una artista de
su edad, contaba con dieciséis años recién cumplidos.
Dicha actuación supone el pistoletazo de salida a una temporada en la
que es reclamada por multitud de peñas flamencas y grandes festivales,
recorriendo lugares tan señeros como las peñas de Huelva, Torres
Macarena de Sevilla, La Niña de los Peines de Arahal, Casabermeja de
Málaga, Pozoblanco, Baeza… y festivales como los de Grazalema, Pedrera,
Casariche, Pruna, La Caracolá Lebrijana o los Viernes Flamencos de
Jerez, entre muchos otros.
Tras una temporada cosechando éxitos, llega el momento de su gran
consagración como cantaora en La Bienal de Flamenco de 2016. El día 22
de septiembre de dicho año realiza un recital que muchos han denominado
como histórico, llegando a ser nombrada por la prensa como ‘El
estandarte del cante joven’ o ‘La verdadera promesa del cante’ entre
otros muchos titulares. Tras un aluvión de inmejorables críticas, se le
concede el prestigioso premio ‘Giraldillo Revelación 2016’ siendo la artista más joven de la historia en conseguirlo, lo que la catapulta al primer plano de la escena flamenca.
Tras recibir este reconocimiento, María recorre ya los escenarios
como una de las figuras imprescindibles del cante joven, triunfando en
escenarios de toda la geografía española como en el Teatro Conde Duque o
el Auditorio Paco de Lucía de Madrid, el Festival Flamenco de Nimes, la
inauguración de la Gira del Norte en Logroño o en las prestigiosas
peñas de La Puebla de Cazalla o Tomares, entre muchas otras.
Tras esta imparable carrera hacia el estrellato, María realiza la
temporada de invierno en el prestigioso tablao ‘El Cordobés’ de
Barcelona y en el Teatro de La Latina de Madrid, protagonizando el
espectáculo ‘Zambomba Flamenca’.
Tras un breve descanso, María recorrerá durante este año los
principales Festivales flamencos del panorama nacional, para seguir
dejando claro que su saga tiene un nuevo eslabón y que el flamenco puede
estar tranquilo, aquí hay cantaora.
martes, 20 de febrero de 2018
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